Un viaje hacia el interior

Viajar es crecer. No hay crecimiento si no nos encontramos con los demás. Explorar  lo diferente nos hace más conscientes de nuestro entorno.  Sin embargo, mirar hacia dentro nos hace mejores, nos da seguridad, nos ayuda a entender quienes somos.

Madrid es una ciudad llena de matices, de secretos, de arañazos, de luz. Conocer Madrid es conocer quiénes somos, nuestra cultura, de dónde salimos. Porque Madrid somos todos. Los que nacieron en la ciudad, los que se bajaron del tren con una maleta, los que llenaron sus bares hasta la madrugada, los que pintaron sus paredes con hermosos mensajes, los que preservan las costumbres que dan ese sabor que tiene esta ciudad.

Los que vienen de fuera, cuando vuelven a casa, no saben explicar muy bien qué tiene Madrid: dicen «tienes que visitarla… no se… es especial… Madrid es mucho Madrid» Y es que está hecha de pequeñas historias que se reflejan en sus calles, como cicatrices en un roble milenario que permanece inalterable viendo pasar la historia  por delante. Vivir en Madrid y no conocerlo es como haber cenado con Albert Einstein sin saber que era él.  Conocer Madrid es conocerse a uno mismo, es mirar hacia dentro y encontrarse, por fin.